Después de más de un mes en cines, 'Star Trek: Más allá' ('Star Trek: Beyond', 2016) está a punto de salir de las carteleras españolas y eso hace que me muera de la pena. Por eso y en homenaje al día de hoy, que se cumplen quince años del primer estreno de la serie televisiva 'Star Trek: Enterprise', he decidido escribir una crítica del filme de la trilogía iniciada por J. J. Abrams y continuada por Justin Lin. Más vale tarde que nunca.
No obstante, al contrario de lo que pueda parecer, no estoy sugiriendo que sea un peliculón inolvidable porque, siendo justos, no lo es. Aunque, personalmente, no pudo encantarme más, soy consciente de que tan solo es una buena película, y recalco el buena. El crítico cinematográfico Jordi Costa dijo que "no se aparta demasiado de las convenciones de un episodio mediano de la primera serie televisiva" y que "cumple, pero pierde carisma". Razón no le falta: el film es capaz de sacar la vertiente más nostálgica de cualquier fanático de Kirk, Spock y el resto de la tripulación del USS Enterprise. En cuanto a lo del carisma, prefiero no pronunciarme... O sí, qué demonios: para mí, Zachary Quinto, Chris Pine y Zoe Saldana siempre serán carismáticos.
Sin lugar a dudas, la clave del éxito de la decimotercera cinta de la franquicia es la brillante sencillez de su argumento, que es justo lo contrario a lo que suelen ofrecer otros productos de ciencia ficción. Sirva como ejemplo 'Star Wars', la fantástica saga de George Lucas, que consiguió conquistar a sus verdaderos fans por su enrevesada trama política y no solo por los sables láser de turno.
Y, con el comentario anterior, aprovecho para divagar y condenar la bifurcación social establecida en torno a ambas producciones: es posible disfrutar de las dos y ser partidario de la una no te convierte en detractor de la otra, ya que, tal y como ya he afirmado más arriba, tienen encantos diferentes. Al igual que se puede saborear el Cola Cao y no odiar el Nesquik o leer Marvel y DC al mismo tiempo.
Dejando a un lado el paréntesis y siguiendo con la crítica que nos atañe, creo que esta nueva entrega es buena porque puede llegar a convencer hasta a los trekkies más férreos, e incluso a los más descontentos con el reboot hasta la fecha.
En concreto, los detractores del reinicio decían que la nueva trilogía no capturaba bien la esencia del universo en cuestión. Pues bien, problema solucionado: la nueva película refleja muy bien el espíritu de equipo y de sacrificio por los amigos, así como el legendario compañerismo de la tripulación más carismática de la Federación.
Y lo refleja a pesar de la mayor carencia que Star Trek podría tener: la ausencia de Leonard Nimoy, el embajador Spock y el Spock original que, desafortunadamente, ya no está entre su elenco porque falleció en febrero de 2015. Por este motivo y como no podría ser de otro modo, el film está dedicado a su persona.
Y así, tal y como ocurre en la vida, ocurre en el cine. Mientras que unos se despiden, otros acaban de aterrizar y, en este caso, es el personaje de Jaylah, interpretado por Sofia Boutella y archiretratado en la cartelería, el que acaba de poner los pies en tierra. Obviamente, no voy a desvelar nada sobre su rol y procedencia, pues no me gusta hacer spoilers.
No obstante, sí que hay algo que puedo adelantar: Jaylah es una ráfaga de aire fresco que ha soplado para acabar con el tremendo complejo de Pitufina que, desde hace décadas, ha sufrido la teniente Uhura. Si bien es cierto que no era la única mujer a bordo del Enterprise, hasta el momento, Nyota era la única con un rol protagónico. Afortunadamente, en esta cinta ya no está sola.
Para terminar, hablaré del mayor defecto y a la vez virtud de esta película, los efectos especiales. Este tema resulta especialmente quebrajoso, pues el filme no renuncia a ellos, lo que hace que el halo vintage se pierda, al menos en cierta medida, en pro de explotar un mayor espectáculo visual. Creo que los fans más acérrimos podrán críticar la falta de ese aire "rustico" y propio de las producciones primigenias. Sin embargo, estoy convencida de que, en su día, hubieran querido disfrutar de efectos especiales tan espectaculares como los de 'Star Trek: Más allá'. Sin duda, la nostalgia nos hace trampas y nosotros ni siquiera nos enteramos.
En conclusión: hay que ver esta cinta pero sabiendo lo que se está consumiendo, entretenimiento pulp, con un toque retro y al alcance de todos los públicos, hasta para los desconocedores de la franquicia, siempre y cuando superen los siete años de edad, tal y como establece su clasificación oficial.