Hacía tiempo que no veía a un público tan entregado. Causas pudo haber muchas, pero quizás Charly Fernández, el guitarrista y segunda voz de Thornskill, fue la mayor. Sin ánimo de menospreciar a su compañero vocal Mr. Monkey, sus screamings se robaron todo el concierto. El público, por supuesto, supo apreciarlo y lo manifestó marcándose unos cuantos pogos y vitoreando su nombre desde la pista de baile una y otra vez.
Por su parte, la formación Kitsune Art también brilló sobre el escenario y dejó muchas fotos impresionantes, como las dos que aquí se muestran, gracias a su estudiada expresión corporal. Tocó temas propios cuyos ritmos recordaban al metal alternativo más técnico; con un instrumental que se posaba en los oídos como los tiros de una metralleta pero suave en los estribillos y con voces rotas, tremendamente poderosas y acompañadas de melodías cristalinas.
Unrecht, un grupo de metal industrial tributo a Rammstein, fue la banda encargada de cerrar la velada. Fue la única formación que contó con un teclado en su instrumental, y dicho sea de paso, con una mujer entre sus filas (precisamente la teclista).
Esta banda destacó por su impresionante escenografía, que recordaba al sadomasoquismo y a la brujería gracias al uso de máscaras, cuero negro y elementos de atrezzo propios del gore.
Su setlist contó con una pista propia y con temas tan emblemáticos como “Du Hast!” o “Pussy”. Imaginen en cuál de los dos el vocal salió acompañado por una dama hinchable y rubia llamada Alexandra.
El broche final de la velada fue “Te quiero puta!” y lo tocaron junto a sus compañeros de Thornskill. Qué mejor manera de acabar que con un tema insignia de los alemanes, en castellano y acompañados por el público en el escenario bajo una lluvia de confeti. Una jornada para recordar.
Crónica originalmente publicada en La Heavy 385.