"Esperemos que pasen los años y los sigamos escuchando, porque al menos yo ni les quiero ni les puedo olvidar”. Así de rotunda cerré mí crítica de ‘Mejor que ayer’, el último redondo de la banda madrileña The Perros Band. Hablaba en serio y, por eso, en cuanto me propusieron acudir a uno de sus conciertos, no me lo pensé dos veces.
Llegó la cita en cuestión y no sé si fue el destino, o tal vez la casualidad, pero la formación abrió su repertorio con “Pasan los Años”, precisamente el corte en el que Vio, la vocal, rasga su impresionante y grave voz, diciendo que pasan los años y no puede ni quiere olvidar.
El ambiente, la sala Héroe de Madrid, acompañaba. Su estética vintage, trabajada en madera, con butacas acolchadas y un generoso escenario parecía ideal para un grupo de rock blues como este, que iba uniformada de negro impoluto y con corbata roja para la ocasión.
Después sonaron varios temas que sabían a blues, como “La luz del callejón”, “La cita” y “Canción anónima”, con los que demostraron que son mucho más que una formación de amenización de veladas y que su espíritu es tan rockanrolero y blusero como el de un perro callejero.
La pista “Tabaco y Sudor”, mucho más lenta y melódica que las anteriores, fue el punto álgido de la noche y la prueba de que les sobra rollo y actitud. La ejecutaron con una sensualidad y unos matices vocales e instrumentales que harían disfrutar hasta al menos melómano.
Como no podía ser de otro modo, las dedicatorias tampoco faltaron. Aunque algunas fueron más sentidas y otras menos, estoy convencida de que el público no olvidará la de “No soy fácil de tumbar”, que fue para todos aquellos hijos de puta que les ponen la zancandilla, palabras literales de Jonsy, su maestro de las cuatro cuerdas. Y sí, lo cierto es que no son fáciles de derrotar, pues la letra de aquella canción les debió de dar fuerzas para continuar con los nueve cortes que aún guardaban bajo la manga.
Lo cierto es que fue un bolo intenso y largo, en el que tocaron la friolera de 19 sentidos temas durante casi dos horas ininterrumpidas. Entre ellos, uno que nunca falta en sus shows; “Chicas en bikini”, el puntito de humor de su setlist, que suena al hard rock nacional más pureta y cuya letra consiste en repetir el nombre de la pista hasta el infinito… Y si es con el público berreando, mejor.
No obstante, a pesar de las risas y el buen rollo causadas por el momento bikini, la velada fue dura para la banda. Vio, con lágrimas en los ojos, anunció que era el último concierto de Manuel, uno de sus guitarras. Al menos, el último entero.
Y aunque los minutos estaban contados para su veloz adiós, porque se acababa el tiempo, no quisieron despedirse sin haber obsequiado a los asistentes con una buena sesión de blues jazz instrumental que permitió apreciar la calidad de su directo, así como la maestría de su batera, Sr. Méndez, quien, sin duda, se robó la noche junto a su compañera.
Foto (archivo): Aurelio Domínguez.
Crónica originalmente publicada en La Heavy 389.
Foto (archivo): Aurelio Domínguez.
Crónica originalmente publicada en La Heavy 389.