Joseph Beuys (Krefeld, 1921 - 1986) fue uno de los artistas alemanes más conocidos y controvertidos de la posguerra, siendo todas sus obras y acciones revulsivos llamados a la reflexión.
Ejerció de piloto durante la guerra y esta experiencia le marcó de por vida, sobre todo a partir de 1943, cuando su avión Stuka fue derribado sobre Crimea, causándole heridas de gravedad que podrían arrojarle a una muerte segura. Sin embargo, la suerte se puso de su parte y un grupo de nómadas tártaros lo encontró inconsciente y lo curó untando sus heridas con grasa animal y protegiéndolo del frío con fieltro. Así fue cómo la grasa y el fieltro se convirtieron en sus materiales fetiche.
El destino quiso que en 1962 comenzase sus actividades en Fluxus, un movimiento neodadaísta, que tenía como objetivo difuminar los límites entre las artes. En 1979 se presentó como candidato de Los Verdes para el Parlamento Europeo y murió el 23 de enero de 1986, en Düsseldorf.
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'The Pack', 1969 |
El principal objetivo perseguido por este artista alemán en fue la consecución de una sociedad más humana. Para ello, utilizó elementos mitológicos, filosóficos y religiosos.
Una de las temáticas recurrentes en su obra fue la medicina; muchos de sus dibujos, plásticas, acciones y conferencias contienen referencias a esta, tanto en su dimensión académica como en la popular.
De hecho, en su último periodo creativo, analizó intensamente el chamanismo, que él entendía como una filosofía natural que evoca un mundo originario en el que todos los seres viven en armonía. En ese sentido, fue un adelantado de su tiempo, ya que veía en el chamanismo un enfoque médico integral, que armoniza a todo el ser: su cuerpo, su espíritu y su alma.
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'Actresses, 1958' |
Para Beuys, todo ser humano es un artista, y cada acción, una obra de arte. Con esa concepción ampliada del arte despertó revuelo y desató debates en todo el mundo. Nunca quiso crear obras para la eternidad, sino dar impulsos para la reflexión. Por ello, realizó acciones controvertidas, como encerrarse durante 24 horas en una pequeña caja de naranjas o explicarle sus obras a una liebre muerta durante la inauguración de una de sus exposiciones. ¿Locura tal vez? ¿O cordura más bien?
Comulguemos o no con sus acciones (yo personalmente no estoy de acuerdo en la utilización de animales en sus performances), quizá debamos tomar ejemplo de su filosofía vital y social. Vivamos el presente y demos impulsos para la reflexión. Porque en cada uno de nosotros, a pesar de nuestra profesión, habita un artista capaz de cambiar el sistema, capaz de hacer del mundo un lugar mejor llamando a la reflexión.
Fotografías (de arriba a abajo): Fuente desconocida, Revista Código y Tate.